lunes, 20 de septiembre de 2010

Ninfomanía

No estaba ni en un baño público, con olor a sexo; ni en la biblioteca, con olor a viejo; ni siquiera estaba caminando en el medio de una ancha calle, de tierra mojada.
Es que no me acuerdo de donde venía, a donde iba, qué es lo que hacía metida en tus labios perfumados de nicotina.
Porque yo sé que no era verano, con calor oxidante; ni invierno de lluvia romántica.
No musicalizaban motores, ni bocinas, ni pláticas de esquina.
Quizás era la sordera de tus manos en mis oídos, o la concentración espiritual que me consumía.
Tampoco me acuerdo si había luna, o era de día; si soplaba el viento, no lo sentía, porque en tus brazos estaba undida.
Dentro del incierto había más confusión, porque lo que yo sentía no era amor, no era el musitar de mi interior quebrado; tampoco era rima para un poema, o melodía para escribir una sinfonía. Simplemente, ninfomanía.
Esto me suena a mi hablar petulante, un trofeo más en la vitrina de mi pasado.
No me acuerdo de tus ojos celestes, verdes, marrones, negros o grises; tampoco de tu cabello risado, lacio, con alguna rasta o rapado. Ya no sirve lo que te dije, de lo que hablaste o lo que prometiste, como yo decía simplemente ninfomanía.

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