martes, 7 de diciembre de 2010
SINspiración
No sé que estará pasando, o será porque no hay corazones rotos, no hay pájaros azules, no hay árboles ni casas viejas que me inspiren. Y no es, ni pensarlo, que estoy esperando a que aparezcas sin ponerte a prueba, pero de verdad, por última vez, repitámoslo: vos venís, me hacés quedar bien con esta gente que esporadicamente lee mi blog, yo me siento bien, algunos comentan, y decoramos este espacio.
-Está bien, mon cherie, no vengas, ni falta me hacés... pero por favor, INSPIRACIÓN, hacete ver.
jueves, 21 de octubre de 2010
Reflexiones de ducha.
Pero al margen de esta lucha a muerte que se produce entre la intrigante verdad, y el asombro absoluto, me encontré delante de la orgásmica felicidad, en el sentido francés del término, un susto de muerte seguido de contracciones en lo profundo del corazón, una sudoración en las manos, una tranquilidad inconfundible, un deseo de no desear nada más; ahí estaba yo, mirándole fijo, mientras ella hablaba sin tiempo y sin lugar, simplemente con su aroma peculiar. Me pregunté luego si tenía sentido lo que me preguntaba, y así mismo era, une petite mort, pero en el sentido existencialista.
Era la hora de la ducha en la que me oraba: "Me estoy bañando, me limpio el cabello, enjabono la esponja mientras el agua sigue corriendo". Con esto no me refiero a un encuentro sexual, sino al pensamiento mismo; estaba yo odiándola, por ser tan hermosa, por mostrarme mi ingratitud, ¿A quién odiaba?
Había transpirado, hacía calor, el viento reconfortante, un par de risas, y no tenía motivos por los cuales desencadenar una rabieta, ni siquiera me enojaba no estar enojada, aunque sabía que había un único culpable, que no era el amor, el invierno que me congela el pecho y los pies, el colchón en el que no puedo dormir bien, la batería del celular que se acaba, simplemente era ella, inspiradora, melancólica, perfecta con luna redonda, la había sentido como nunca en mis huesos, para mí había llegado la primavera.
domingo, 10 de octubre de 2010
¿Qué hace Usted cuando está deprimido?
Dentro de las cosas imposibles de responder a mí me devienen las matres del dilema existencial. A esto voy a responder por partes, ya que en una sola conjetura no lo podría explicar precisamente, sin dejar de lado muchas cosas.
Cuando devino consciente un recuerdo de una persona en particular, muy similar a la que hablaba conmigo en ese momento, me pregunté qué hacía parada viéndolo con los mismos ojos de amor, esperando que su deseo se dirigiere a mí, de la misma forma que esperaba paciente el deseo de mi recordado. Fue en ese preciso instante cuando la desilusión obvia reapareció, tan fuerte como siempre, y me dije a mi misma: "Él no va a hacer la excepción a la tan rigurosa regla"
Esta respuesta satisfizo momentáneamente mi sed de solución, pero en secreto sabía que no iba a evacuarlo tan fácil, y seguí escarbando en mi mente, tal como suelo hacer cuando viajo, y encontré un escape: -Ahí estaba, resplandecía cual supernova, presentándose de forma incoherente delante de mis ojos, con alma de impureza y desatino, diciéndome que no me negara. Sentí como se me erizó el corazón, y excitó lo desconocido en mí, de nuevo.
Para esa hora ya no quería sentir más nada, y me dejé llevar por el encanto, no duró mucho pero me di cuenta que yo eso buscaba, y repentinamente se alejó con eterno oscŭlum, y volvió a mi la extraña ira que no sentía hacía mucho, que no me podía reconocer a mi misma, llanto y escalofríos que iban y venían, allí estaba ella tan amada, la tristeza.
Sin más que explicar, querido lector, Usted ahora dígame, ¿Qué hace usted cuando está deprimido?, por mi parte, espero haber respondido mis preguntas iniciales, y para responderla educadamente digo: -Yo, escribo, me enfado, me pongo a duda, entro en la rutina única que me deja una muerte. Ahora bien, ¿qué tenemos acá? existencia, nada más que eso, momentáneamente.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Ninfomanía
lunes, 30 de agosto de 2010
Desde que estudio Psicología (p. I)
¿Por qué digo esto? Y mirá, querido lector, si hay una realidad para cada persona, el pozo (si, ese en el que pensaba que ya no podía caer más hondo) no tiene fondo, y felicidad se supondría algo así como el momento en que el deseo cesa, y estoy jodido, diría Mario Benedetti.
Si mi deseo cesa es o porque lo conseguí todo o porque nunca tuve nada, o un poco de cada uno, si así fuera habría muerto, por lo tanto habría alcanzado la felicidad y a su vez no sería capaz de sentirla/experimentarla/conocerla/pensarla. Y la solución viene acá, un buen amigo me dijo que existe un momento si en el que no queremos más que desear lo que sentimos, y ahi nos encontramos con la petite mort.
Bienvenido a un nuevo viaje, querido lector.
domingo, 22 de agosto de 2010
De poca importancia.
De verdad que no me importa tu pasión por las fiestas, tu vida nocturna, que no me quieras como te quiero yo, que te comas las uñas y uses un adjetivo para referirte a mí.
Y todo es porque sé que a vos de importarte no te importa que juegue con mi pelo, que te bese con los ojos abiertos, que cada oración termine con "¿entendés?", que grite en vez de hablar, que me siente sobre el coxis, que desconfíe demás.
Pero que va a importarte a vos una despedida como lo es esta, que va importarte que me importes.
viernes, 13 de agosto de 2010
Enamorarme de la consideración.
Que se nos considere cuando planeamos una salida, que se nos considere cuando tenemos que ir al baño, que no nos dejen a la deriva en una cita, que tengan en cuenta nuestros deseos, nuestros fetiches, que los conozcan. Y todo esto a qué va? ¿Dónde está el vacío que queremos llenar?
Para empezar, nos carcome la idea de que nos pongan en la categoría, muy kantiana por cierto, que nos condiciona a ser irrelevante, como nulos, inválidos, transparentes más especificamente "hombres", mujeres también. Ahí es donde entra mi proposición, "tengo que empezar a enamorarme", siquiera de una mosca, de mis peces, de mi reflejo en el espejo, mínimamente aprender a considerar.
martes, 10 de agosto de 2010
Enamorarme.
Suelo ser muy realista, o por lo menos lo intento, cuando se trata de estas situaciones amorosas, en las que de verdad, lo único que te queda es el angustioso vacío de sufrir por alguien que te quiere, o no te quiere; pero HOY, no! Hoy es el día en el que puedo decir: LA RE CAJETA DE LA LORA! Tengo que empezar a enamorarme.
viernes, 23 de julio de 2010
sábado, 26 de junio de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
viernes, 21 de mayo de 2010
Bondi, sin que yo quisiera.
Lastimosamente, tus ojos eran los mismos, los que me miraban y me derretían sin que yo pudiera darme cuenta.
Sin querer, me puse a recordar, y estaba tan vivo el primer beso con sabor a chicle, los abrazos en el suelo, las peleas de aire, las calles que caminamos de la mano, los besos en todos lados, los abrazos más tiernos que jamás le di a nadie, los besos en sí, los abrazos en sí, las fotos que tuve que borrar para no pensarte más.
Y estaba todo de nuevo ahí, sin que yo quisiera, PENSANDO en esa flor amarilla que me regalaste, las lágrimas que me robaste y sin que yo quisiera, te fuiste, de nuevo te perdí. Y todo estaba fuera de mí, no necesité más nada que entregarle al viento un suspiro, con el que ya nunca más te volví a ver.
jueves, 1 de abril de 2010
martes, 16 de febrero de 2010
Historia de un remís.
El otro día, cuando viajaba en remis, tuve un momento de revelación.
Me puse en el lugar del chofer, que supongo yo, hubiese preferido estar en una pileta, tomándose una cerveza bien fría, mientras su esposa/novia/amante lo deleita, casi como en el paraíso, con uno que otro beso. Convengamos que un FIAT no es el mejor lugar donde uno quiera pasar haciendo en la sombra 37º C, sobre todo sin aire, y con los dos pasajeros que le tocó.
Por consiguiente, me imaginé un par de vivencia que habrá tenido en la labor. Por ejemplo, una mujer que vuelve a las 6 a.m de la casa de su amante, mientras su esposo la espera en la cama después de un día de intenso labor, con todas las intenciones de provocar alguna riña, o en el caso de que ya se haya desquitado con sus hijos, un poco de sexo (muy poco). También pensé en la cólera que habrá sentido alguna vez, cuando un abogado de portafolio negro, traje, corbata, camisa y zapatos al tono hizo un extravagante escándalo porque no le podían dar sus 0,10 centavos, teniéndole que sacar los 0,90 que le quedaban al chofer de ganancia, por el viaje, que bien lo podría haber hecho caminando. O una abuelita que lo fue guiando desde su casa, que bien vale aclarar quedaba muy lejos, con referencias como ‘la peluquería de Coca’, ‘la zapatería de Ernesto’, ‘el supermercado al que va el vecino’ (de paso que lo menciono, también el pobre hombre habrá tenido que escuchar la historia del perro que ensució la vereda el mismo día que ella se decidió a barrerla) y ahí, durante la explicación de porqué ahora tiene rejas en el patio, se pasaron 4 cuadras.
En ese momento, decidí hablar: - GRACIAS, dije amablemente - ¡Pagá vos! – exclamé. Bajé del auto con mi bolso rojo, mis lágrimas, mi bronca y me acordé de nuevo de por qué no hablé todo el camino.