lunes, 14 de febrero de 2011

Mi día de los enamorados

Como era de esperarse, no podía quedarme sin decir nada de un día TAN festivo, como lo es "San Valentín", pero para no herirme el ego, decidí escribir un día después, para que no digan que tengo el corazón resentido, o que soy una enamorada en silencio de alguien prohibido, o esas cosas que seguramente suelen ocurrírseme solo a mí.
Cuando me acosté eran como las 6 a.m, y cuando pasas casi toda una noche fumando y jugando pool con amigos, lo ultimo que querés pensar es que te vas a ir a dormir muy sola, con un terrible dolor de cabeza, un poco de nicotina en los dedos, gusto a menta en la boca, y la misma ropa que te habías puesto hace 8 horas para ir de igual modo sola y aburrida a la cama. Para mí, el problema no está en con quien duerma si es con Londa, con mi celular y su cable enredados en el cuello, o los auriculares, simplemente que exista un día que te lo recuerde.
Anoche, fue en todo sentido la excepción del sentimiento patético que se nos asoma a los solteros cuando hay "X" festividad donde se pasa con esa pareja, o ese familiar, o simplemente ese amigo, por lo contrario me dije a mi misma lo feliz que estaba siendo vivir aquello, tocarme los tatuajes, mirarme al espejo un rato mientras me pasaba crema, cepillarme el cabello, y esperar que llegue el mediodía para recibir un mensaje de vaya saber que hombre/mujer que desee unos mimos, un poco de mi tiempo.
Por eso para mi no fue dificil decirle a San Valentín, que sin flores, sin mensajes románticos, sin palabreríos ni sentimentalismos, canciones de cuna o esas cosas que nos despierta la cursilería que puedo llegar a pasarlo como cualquier otro día con resaca o disfrutando de un buen libro, que tenga que ver enteramente con la sexualidad freudiana, y nada con emociones de pertenencia, y si de pertenencia hablaramos me perdería en infinitos diálogos psicológicos, en otro día de los enamorados.

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